Los
organismos vivos en la Tierra, apenas se encuentran en unos espacios
y condiociones muy malas, por ejemplo en las profundidades
submarinas, los hielos polares o ambientes químicos tóxicos que hay
en la tierra y en el mar,aora se a descubierto que en el aire tambien
hay bacterias pero estan a una gran altura. Los científicos han
encontrado grandes cantidades de bacterias y de hongos en la
atmósfera, se encuantran entre los 8 y los 15 kilometros de altura,
donde se constituyen hasta el 20% de lo que se creia hasta ahora que
serían sencillamente granitos de polvo y sal, las muestras se han
obtenido en lo alto de la troposfera sobre el Caribe y la parte del
Atlántico con un avión de reconocimiento que durante los
sobrevuelos de dos huracanes.
También
hay hongos allá arriba y los científicos parten de la base de que
el origen de los organismos está en la superficie y se han elevado
arrastrados por los vientos. Lo que no saben aún es si se adaptan a
vivir en el medio aéreo alimentándose de compuestos de carbono. No
esperábamos encontrar tantos microorganismos en la troposfera, que
se considera un entorno difícil para la vida.
Hasta
ahora, se habían hecho estudios moleculares avanzados de muestras
tomadas en cumbres de montaña, en el aire próximo a la superficie y
en copos de nieve, recuerdan los investigadores. Pero el alcance de
este nuevo muestreo intenso con filtros de aire en un avión en vuelo
y evitando la contaminación de las capturas, así como los análisis
genéticos aplicados, son un gran paso adelante. En total, los vuelos
de la NASA proporcionaron muestras tomadas durante un vuelo en las
costas californianas, otro continental de allí a Florida y siete
vuelos en el entorno del golfo de México dedicados a los huracanes.
El
siguiente paso de la investigación será comprobar si algunos tipos
de bacterias son más aptos que otros para sobrevivir en el aire a
tanta altura. Los científicos también quieren determinar si tienen
funciones metabólicas allá arriba. “Para estos organismos tal vez
las condiciones no sean tan duras”, dice Konstantinidis. “No me
sorprendería que hubiera vida y crecimiento biológico en las
nubes”.
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