En julio de 1994, el cometa
Shoemaker-Levy 9 (SL9)
impactó
en Júpiter y dejó
gigantescas cicatrices oscuras en la atmósfera del planeta visibles
durante semanas. Este espectacular golpetazo fue la primera
observación directa de una colisión extraterrestre en el Sistema
Solar y fue seguida en todo el mundo por astrónomos profesionales y
aficionados. Eso pasó hace casi 20 años, pero sus efectos todavía
persisten. Según explica un equipo de científicos del Laboratorio
de Astrofísica de Burdeos (Francia).
El cometa fue descubierto por los
astrónomos David Levy y Carolyn y Eugene M. Shoemaker cuando
orbitaba Júpiter el 24 de marzo de 1993. Se trata del primer cometa
observado en esas circunstancias más allá del Sol, donde muchos
acaban muriendo. SL9 estaba dividido por 21 fragmentos, debido a un
anterior acercamiento al planeta durante el cual las fuerzas de marea
fueron lo suficientemente fuertes como para desintegrarlo. Los
estudios mostraron que la órbita del cometa indicaba que terminaría
por chocar contra Júpiter en julio de 1994, con en efecto ocurrió,
con impactos en el hemisferio sur, .
Las cicatrices que dejó el cometa en
Júpiter se observaron durante semanas, pero su efecto químico en la
atmósfera del planeta ha durado aún más tiempo. Los astrónomos
observaron una emisión de vapor de agua durante los impactos, pero a
partir de esa observación era difícil evaluar cómo podría
modificar la composición de la atmósfera a largo plazo. En 1997, el
Observatorio Espacial Infrarrojo ESA (ISO) detectó vapor de agua en
la estratosfera de Júpiter. En ese momento, los astrónomos
sospechaban que podría ser una consecuencia del impacto del SL9
porque los cometas son conocidos por ser ricos en agua. Sin embargo,
había otras posibles fuentes de agua:
Agua de cometa
Casi veinte años después de este
gran impacto, los astrónomos han resuelto el enigma. El equipo de
Thibault Cavalié volvió a poner sus ojos en el planeta a través
del Observatorio Espacial Herschel de la Agencia Espacial Europea
(ESA), suficientemente sensible como para detectar la firma del agua
en la estratosfera de Júpiter. Estas observaciones muestran una
clara asimetría en la distribución del agua en el planeta. En
concreto, hay entre dos y tres veces más en el sur que en el norte,
y se concentra en altas latitudes, lo que coincide con el impacto del
Shoemaker.
Alejandro Garcia
Moncayo
Emilio Cala
Algeciras
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