El
trasplante se practicó en agosto de 2011. La paciente, Derya Sert,
se convirtió en la primera mujer en recibir con éxito el útero de
una donante cadáver. Antes de la intervención, el equipo de
facultativos extrajo y congeló óvulos para poder fecundarlos
mediante técnicas de reproducción asistida y, más adelante,
introducirlos en el útero. La transferencia del embrión tuvo lugar
hace dos semanas y los portavoces del hospital universitario turco
indicaron ayer que la gestación se desarrolla con normalidad.
El
trasplante está indicado para mujeres con esterilidad por causa
uterina, ya sea por procesos oncológicos o por otros problemas que
causen la falta morfológica o funcional del útero. Es una técnica
sujeta a controversia ya que no aborda un órgano vital, como puede
ser un corazón, un pulmón o un riñón.
Hay
sectores de la comunidad científica convencidos de que los
inconvenientes superan a las ventajas. No solo por la operación a la
receptora. Tras la maternidad, se extrae el tejido para dejar de
suministrar a la paciente la agresiva medicación inmunosupresora con
la que se combate el rechazo. Es decir, no se enfrenta a una
operación sino a dos. Y, entre ambas, a un fuerte tratamiento
farmacológico. Pero, además, en el caso de que el útero proceda de
una persona viva, hay que sumar una nueva operación en la donante.
El
trasplante de útero es un procedimiento quirúrgico muy reciente. A
pesar de que técnicamente no es más complejo que un trasplante de
riñón, en todo el mundo solo hay nueve mujeres que cuenten con este
órgano trasplantado.
En
septiembre del año pasado, la Universidad de Gotemburgo (Suecia)
anunció que dos mujeres habían recibido los úteros de sus madres
en sendas intervenciones. Se trataba de la primera vez en el mundo
que se practicaba una operación de este tipo de donante vivo. Desde
entonces, este centro ha practicado seis intervenciones más con
éxito.

Rocío
Román Moreno
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